viernes, 24 de junio de 2005

azul verano


Así amanece hoy, después de la lluvia de anoche. El sol se prepara para castigar.


Aquí al lado les dejo la cubierta de lo que les contaba el otro día: un librito apaisado, de producción primorosa, que supone un curioso experimento narrativo por parte de Daniel Clowes. (Nada radical, no se asusten: la fragmentación, poco más.)

Digamos, para ser breves, que Ice Haven juega a ser Twin Peaks, con presupuestos menos iconoclastas y una imaginería que no deja de ser la propia del personal universo de Eightball. Y no lo digo por el crimen aparente (secuestro, en este caso) ni por la pueril pareja de investigadores, modelo para elaborar un matrimonio devastado. Lo digo por la multiplicación de sujetos, y por la premeditada sordidez del retrato que se hace de una hipotética ciudad norteamericana. Y por la deriva del relato, que acaba astillado en mil reflejos falsos, como en un espejo roto.

Lo digo, también, por la sensación general de vacío que su lectura deja.

Ice Haven es un ejercicio de estilo de edición cuidadosa, poco más puedo decirles ahora. Quizá este verano, si encuentro un hueco, pueda apuntar algo más... si acaso.

(Ice Haven es, sí, la prolongación natural de lo que Clowes ha venido haciendo durante los últimos años de su Eightball. Para bien y para mal.)