Una manera como otra de titular un post que, desde ya se lo advierto, no va a ninguna parte. Fundamentalmente, porque el calor me agota, y porque he tenido un fin de semana largo, y porque hay en todas partes una cierta atmósfera dejada, como de ya veremos... Quizá, sí, por lo del calor que les decía. O porque con el Saló de los premios misteriosos todo el mundo anda en otra cosa, o ha estado por allá y el viaje de vuelta, claro. Y eso acaba por contagiarse, como las gripes buenas, esas que te dejan sonámbulo y encamado sin remedio.
Yo, en mi casa, sigo con mis breves raciones de Flintstones, que me parecen, capítulo tras capítulo, auténticas joyas. (¡Y qué guiones! ¡Y qué diseño!) Se me acumulan las lecturas, a la espera, además, de ponerme en serio con las compras del Saló, si acaso. Y reciclo música un poco al azar, procurando siempre elegir lo que tengo razonablemente a mano: nada de rebuscar, eso exige una implicación de la que no me siento ahora capaz.
Y, despacio, se va pasando el mes... Y, oigan, que en julio tengo unos días libres, y buena falta me hacen. (Necesito desconectar del trabajo. No es una manera de hablar: de verdad me hace falta desenchufarme de todo lo que tenga que ver con. Aunque sea un par de semanas, con la certeza de que la vuelta puede ser Vietnam...)
(Ya lo ven, ni papel ni tinta...)