domingo, 26 de junio de 2005

vísperas


Vísperas, sí.

De cambios.

Por ejemplo, hoy ha sido el último domingo que he trabajado en un único turno. A partir del mes próximo, los domingos (y festivos) que trabaje, lo haré en turno doble; de doce horas.

Por ejemplo, saldré cada día una hora más tarde.

Por ejemplo.


Cosa del P.C. que les comentaba hace unos días, y del que tanta brasa les dí en su momento, cuando estaba en plena negociación y no había manera de que las cosas fueran a mejor y todos nos temíamos que nos la clavaban.

Pues, en efecto, eso. Que nos la clavaron.

Hasta bien dentro.

Pero no teman, que el de hoy no es post lacrimoso... (Y supongo que no van a serlo los posteriores, por mal que se ponga la cosa... Que, como dije en algún momento, ustedes no tienen culpa de nada...) Los cambios no serán sólo para mal. (No aquí, eso seguro. Ni fuera del trabajo... eso sería lo último.)


Hablemos de proyectos, si les parece... Del inminente verano. De cien cosas por leer y mil por escribir. Por ejemplo, hay por ahí un proyecto con algún amigo (y vecino) que pronto podrá definirse. (Despacito... y ya les contaremos los dos, cada uno desde su casa...) Por ejemplo, hay un par de libros que me apetece hacer para Sinpalabras, esa colección suicida y modélica de Sinsentido. (Uno es el de Peanuts, sí...) Por ejemplo, la segunda entrega de esa serie en que me embarqué junto a Lorenzo y Machuca para el mercado francés. (Y esa es otra: quién me lo hubiera dicho hace diez años...) Y más cosas que están aún en una etapa tan tentativa, tan de preámbulo, que ni siquiera sabría ponerlas en palabras.

Proyectos, ay... Que no falten.



Y luego están las cosas por leer, claro... Que se van acumulando sobre la mesa, en los rincones más inesperados... Qué les voy a contar.

Si hablamos de Historieta, aún me quedan algunos tebeos por leer del último envío ultramarino. (Y se supone que en unos días habrá más...) Y en cuanto a las novedades del Saló, ya les dije que padezco de vértigo acumulativo y apenas si he comprado alguna. Esta semana próxima, en previsión de los inminentes días de vacaciones.

Una de las que sí compré (y leí) fue esta nueva entrega de la obra de Taniguchi, elegante y sensible como nos tiene acostumbrados. Un libro que compila varias historias con animales, que van de lo íntimo y hogareño a lo mitológico. Debo admitir que siento debilidad por el trabajo de este hombre, pero en estas páginas hay razones suficientes para sentirse satisfecho de su lectura.


Les hablaría también de literatura, pero casi lo dejamos para otro día... que también tengo una buena torre de libros en lista de espera, y no se van a librar así como así de que les cuente algo de ellos, sea antes de leerlos, después o durante su lectura. (Por no hablar de los que he visto estos días en algún escaparate... ¡agh!)


Les hablaría, digo... Les hablaré, sin duda.

Estos días han sido un poco irregulares. Demasiadas cosas. (Y quedan todavía un par de ellos que van a ser de traca.) Con el nuevo mes la cosa se relajará un poco, supongo... Ya lo verán.

Y les dejo ya hoy, si les parece. Con un pensamiento: yo lo que tengo que hacer es cortarme ya el pelo... A ver si mañana...