Uno, de buena mañana, peca de exceso de lirismo. (Alguno dirá, a lo mejor, que cuándo no es fiesta. ¡Ja!)
Por la mañana, el oro viejo de primera hora derramado en la calle.
Gente de gesto gris en el metro, agotada. Dos chicas que ríen mientras repasan los mejores momentos de la noche en la pantalla del móvil.
Aún se puede oler a noche en la acera del Jardín Botánico.
A media mañana está el subidón de optimismo, propiciado por la conjunción mágica de café cargado y napolitana de chocolate.
Lo mejor de trabajar de cara al público es... el público.
Lo peor de trabajar de cara al público es... el público, también.
Lo primero compensa, casi siempre, lo segundo.
Casi siempre. (Un arranque de lucidez, ya ven... Aún hay esperanza.)
A lo largo de la tarde, le crece a uno dentro el desprecio por la especie humana (subespecie italiana, en concreto, pero no sólo) con la ferocidad de un herpes asilvestrado.
La noche llega con una epifanía ligera y banal, como corresponde: Jack Bauer se ha buscado un hijo adoptivo para que lo secuestren. Una coherencia así de sólida merece, qué quieren, mi fidelidad más férrea.
Buenas noches.
A ver si mañana...
1 comentario:
Suscribo todo lo escrito sobre trabajar "cara al público", absolutamente.
Ayyy Bauer de mis amores, no siento más que seguro que la pifian cuando hagan la película, pero esta temporada está genial, cada vez se parece más el Presidente Logan a Bush jejejeje
Muy buenas y fugaces noches, sr. fnaranjo
Publicar un comentario