domingo, 6 de agosto de 2006

un principio


Fue como cuando se abren de golpe todas las ventanas, como si todo el aire de la casa hubiera escapado a la vez y en todas direcciones. El silencio repentino y un olor como de tierra mojada que enseguida fue a peor: a barro y agua estancada, a verdura podrida, a cloaca, a manadas de sapos y ranas; de repente, llenando la habitación. Ahí fue cuando Bea se incorporó, echó a un lado los apuntes y se quitó los cascos; y fue a poner un pie en el suelo pero la cama se movió, se revolvió como un gato nervioso. Creyó ver que no había ya suelo ni alfombra, sino agua sucia, pantanosa, y creyó escuchar un chapoteo rítmico, todo en un segundo mientras caía de espaldas, esa sensación de caída que se tiene al borde del sueño, y pensó que seguramente se había quedado dormida estudiando y abrió los ojos de golpe... pero no había paredes ya, ni cama, nada de su habitación; y se sintió arrastrada por manos ásperas, y la ataron a un palo musgoso de pies y manos, colgada como una res, boca arriba.

No había paredes ni cama, ni ventana. Ni hubo despertar repentino: el cielo nada más, de color rosado y manchado de gris; el extraño cielo que se vislumbraba, en ráfagas veloces, por encima de la vegetación. Y el rostro de sus secuestradores, arrancado de uno de esos viejos tebeos de terror y en blanco y negro que su hermano mayor solía guardar en cajas: peludo, chato, de ojos húmedos y amarillos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Por Dios, siga y cuenteme el final¡no sea malo y me deje con la miel en los labios.

Anónimo dijo...

"O me das un bollo, o te arrugo el traje..."

fcnaranjo dijo...

No sería mal título, ¿verdad?

;)

maria josé dijo...

Lo cuentas muy bien, fnaranjo...
Hola!

fcnaranjo dijo...

¡hola!