EPS publica, hoy, una entrevista con el ilustrador Jordi Labanda, a propósito de su inminente salto al diseño de moda. De Labanda se ha hablado algo por aquí, y de todos es sabido que no acaba de ser santo de mi devoción. En la entrevista, no obstante, se dice alguna cosa de interés que me gustaría señalar.
Dice él, por ejemplo, que se siente cómodo siendo un ilustrador comercial, alguien que trabaja por encargo y en función de un cliente. Se siente cómodo y orgulloso. Una actitud que es de alabar. Se tiende a dar de lado a quien trabaja de encargo, como si su actividad fuera menor, y se tiende a hacer de menos los trabajos puramente comerciales, como si su condición fuera un lastre, un estigma.
Dice también, y esto no deja de tener su gracia, que hay muchos ilustradores que le copian. Y se queja de que se quedan en lo epidérmico, que se limitan a copiar el estilo, pero no el alma (y la cita es textual).
A la hora de mencionar sus influencias, cita las películas de Douglas Sirk y la fotografía de moda. (Bueno, incluso cuando omite demuestra buen gusto, eso es indiscutible.) Y, en el mismo párrafo, se muestra orgulloso de haber generado un estilo potente, que obliga al mundo a seguirle en lugar de tener que adaptarse a lo que se lleva en cada momento. (Lo que sería de recibo si admitiera, claro, de dónde, de quiénes, viene su estilo, glamour hollywoodiense aparte.)
Habla con arrobo de la belleza convulsa y un poco hiriente (de nuevo cito sus palabras) de las fotografías de Newton o las que Avedon tomó en la América profunda... y advierte de que es esa la belleza que le interesa, y que antes o después acabará por emerger en su obra.
(Lo que no se aclara en ningún momento es si la entrevista se realizó con un buen martini seco, frío y con aceituna... como hubiera sido de ley.)
1 comentario:
confieso que yo se de este señor por mi hija adolescente que se pirra por sus bolígrafos, libretitas y bolsos. Nada que ver con mis adorados "kukuxumusu" :)
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