A este señor lo conocí personalmente en la Semana Negra de Gijón, hace dos o tres años. Un tipo amable, con cierto gesto de perplejidad ocasional y siempre dispuesto a charlar con quien se le acerca.
A este señor lo conocí mucho antes. Su obra, digo... que también es él, de una u otra manera. Lo conocí a través de las revistas de Toutain. Lo conocí en un par de entregas de género negro sobre guiones de Saccomano (una de ellas se titulaba Clitemnestra, lo recuerdo como si fuera ayer). Lo conocí de la mano de Carlos Trillo y Charlie Moon. Lo conocí al cruzar con el señor López una de esas puertitas que llevaban a mundos tan distintos, tan iguales, tan disparatadamente este mismo.
De este señor se dijo que dibujaba como Dios. (Una broma muy Toutain, ya se hacen ustedes una idea.) Y se dijo que dibujaba las muchachas más bonitas y sexys de la Historieta (con permiso, esto lo añado yo ahora, de Crepax y Manara, si acaso. Y hasta del señor Carrillo, pero ahí ya ahondaríamos demasiado y no es plan...). Quizá cometió la ingenuidad de creérselo, y se embarcó en unas cosas eróticas para Playboy y así que, charlando con él, se negaba a entender que se las considerase machistas, porque a lo mejor uno ve sólo lo que quiere ver en su propia obra, no sé...
A este señor le han dado un Yellow Kid que premia toda su carrera, un galardón que anda últimamente un poco olvidado, no entiendo por qué...
Y yo, desde aquí, me alegro un montón por él. Como me alegro por el otro premiado, Paco Camarasa, editor suicida sin el que un buen porcentaje de la Historieta de riesgo de este país no habría podido ver la luz.
A veces, los premios sí premian con justicia.