jueves, 5 de mayo de 2005

aún no es jueves, no hagan caso...

Vuelta a la realidad.

Me ofrecían hoy una gatita de dos semanas. Blanca, blandita... Pero a ver qué hago yo con un bichito así, si en casa no hay nadie nunca ¡y todavía hay que darle biberón!... Estas cosas, en verano, en vacaciones, para poder dedicarle tiempo y enseñarle esto no se toca, aquí ni acercarse, el papel no se come... ya saben.

Qué pena. La hubiera llamado M. (Cosas mías...)


Noticias perfectamente asquerosas en el trabajo. Mejor ni les cuento. (Eso sí... no todo ha sido rumiar malos presagios. Bueno, ya lo habrán visto: ¡hasta ha salido el sol!. Pues eso.)


Por suerte, en casa, después de una cena frugal (por así decir), dos episodios de Angel. Dos cada noche, ese es mi ritmo. Sí, así se acaba enseguida la temporada... pero es que casi nunca hay nada que ver en la televisión. (Nosotros, los no cableados ni satelitizados vivimos así, a salto de mata y tirando de vídeos amigos o DVDs, qué le vas a hacer...)

La segunda temporada, por cierto (y ya que estamos), supera con mucho a la primera. El hallazgo del karaoke y su Anfitrión (The Host, en el original; Host, como nombre propio, en el doblaje: un despropósito) me parece, ya de por sí... impagable.



(Qué cantidad de paréntesis... Me estoy superando a mí mismo. Igual es la hora...)


Mañana, madrugón, clase... quizá alguna compra. Quedan avisados.

(Y, por la noche, más...)