A pesar del madrugón y una noche inquieta de sueños a destiempo y ráfagas de viento arañando la persiana, una mañana agradable; hasta memorable. Bajar caminando bajo un sol disfrazado de invernal (a ratos), curiosear un poco por la Feria del Libro Antiguo (hace falta una visita más reposada, más de mirar despacio y revolver), acercarse a la Fundación Thysen y sortear un par de grupos de cachorritos pijos (que a esa edad, ninguno mayor de cuatro años, son como muñequitos de diseño) para entrar en la salita donde se exponen unas tablas exquisitas de Memling, alemán prodigioso capaz de atrapar la realidad y disfrazarla de trampantojo. (Ya mañana les cuelgo alguna imagen...)
La tarde, bien. Tranquila, en contraposición a las tormentas de pasados días. Larga, claro... pero menos áspera.
Mañana tengo algunas gestiones en el banco, y no sé si algo más... Procuraré encontrar un hueco para contarles lo que se me pase por la cabeza. (O para hablarles de Mutts: el libro décimo es otra joya.) O para brindar con ustedes: me queda aún vermut; un culín.
Buenas noches.