He leído, esta mañana, El Fotógrafo, que edita Glénat. Lo firman Guibert, Lefèvre y Lemercier, y se ha hablado mucho y muy bien al respecto. Y sí, el libro está muy bien hecho, el planteamiento es sólido, se resuelve bien la convivencia de fotografías y viñetas. Está bien escrito, pasan cosas con interés.
Pero a mí, la verdad... me ha dejado muy frío.
Es que a mí, el asunto pedagógico, eso de enseñar deleitando, me viene, de siempre, un poco estrecho. Los personajes me han parecido, sí, muy reales. Tanto, que no hay en ellos misterio ninguno. No he podido engancharme. El retrato, más paisajístico que antropológico, si nos ponemos puntillosos, de esas tierras, de esas gentes, de esa guerra... pues eso, está más cerca de la postal que de la instantánea acertada.
Y bien que lo siento, porque el trabajo de Guibert es impecable y esforzado, y consigue que ese estilo suyo tan peculiar funcione, que no resulte envarado, artificioso.
No sé, será que los documentales, a mí, y en general, no me acaban de llamar...
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Por lo demás, acabé también con el novelón que he estado leyendo estos últimos... ¿meses? (Creo que sí...) Un consejo: si lo encuentran por ahí, no duden en hacerse con él. Imagino que no tardará en salir la edición de bolsillo.
(Y, por supuesto, tampoco le hagan ascos a una hipotética edición española, si se diera el caso. El libro merece la pena.)
Ahora, estos días, volveré a tantear aquí y allí, a ver por dónde sigo, qué me apetece leer, ya saben...
Les tendré informados.
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(No, del calor no hablamos hoy...)