Me telefoneó ayer mi amiga B, con la que hacía tiempo que no hablaba. Ha encontrado un trabajillo en el que está cómoda, por ahora. Ha descubierto, además, que está embarazada. Se la oía contenta. (Y un poco cansada, me parece...)
He visto hoy a mi amiga A, que pidió el traslado hace cuatro años y se marchó a trabajar a otro centro. La conozco desde hace... no sé, como veinte años. Yo solía trabajar todos los días de Reyes para que ella los pasara con sus hijas. La he visto mucho mejor que cuando se fue: más guapa, más relajada. Feliz, creo. (Dentro de unos límites, háganse cargo...)
Me alegro mucho por las dos. (Lo cierto es que las echo de menos.)
Por lo demás, en el trabajo, el ambiente va espesándose.
Y yo estoy ahora leyendo Marina, una de las novelas pre-bombazo de Carlos Ruiz Zafón. (El bombazo me gustó mucho; y Marina parece casi un ensayo general: también me está gustando, claro.)
El calor, por lo demás, ha sido hoy especialmente agobiante. A eso de las ocho de la tarde, el aire ardía.