El domingo 17, de mañana, se celebró el acto de clausura en el recinto de la Semana Negra. Un emotivo, hilarante y, créanme, incendiario discurso de Taibo. Despedidas. Autocar rumbo a Avilés, donde se comen cosas ricas y se pospone la despedida definitiva con cafés, conversaciones... Larga charla con De La Calle: maquinaciones para meses próximos...
El viaje de vuelta propiamente dicho fue largo. La llegada a Madrid, cuando había ya anochecido. En el taxi de vuelta a casa, en la radio (y después de insospechadas consideraciones en torno a exorcismos y cosas igual de insensatas), noticia del incendio criminal y los muertos.
En casa, pizza de emergencia y un tazón de gazpacho (de brick, sí: Alvalle es mi preferido) antes del sueño reparador.
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Me quedaron en el tintero algunos nombres, algunas gentes, alguna conversación.
Manuel Antonio García, por ejemplo, que se me acercó el sábado por la tarde y charló un rato conmigo de muchas cosas, pero sobre todo de Ken Parker. (Compartimos un convencimiento: Blueberry está bien, pero lo de Berardi y Milazzo es muy superior.)
El tiburón que, el jueves por la mañana, descubrimos en el puerto. Al parecer, había quedado atrapado en las redes de un pesquero. (La fotografía es cortesía del gran Carlos Puerta...)
Un libro de Rafa Marín, que me proporcionó Lorenzo, y que leeré la semana próxima, que le tengo ganas.
Un tebeo de Fermín Solís (El año que vimos nevar), que me proporcionó Javi Riva el viernes. (Gracias, señor Riva.)