Lo que hace es un calor que no es normal, ¿no les parece?
Mientras sudo sobre el teclado, y antes de salir al trabajo, suena un algo dulce de Saint Etienne. En la mesa, entre otros muchos libros y papeles, aguarda lo último de Fernandes, ese portugués que se va haciendo un nombre entre nosotros: un artefacto particular, bizarro, que haría las delicias de Cortázar y, sobre todo, de Quenau y demás chiflados de Oulipo.
Buenos días.