Bonita mañana. El sol abrasa, pero en fin...
Murió Jim Aparo, ya lo habrán leído ustedes en cien lugares. Fue un tipo eficaz, capaz de lo mejor y, en buena medida, también de acercarse a lo peor. Un clásico, en fin.
Hoy es, además, aniversario del pequeño paso para el hombre que lo fue para la Humanidad y eso.
Y he estado embarcado en la aventura de mi segunda tortilla de patatas, que reposa ahora sobre la mesa de la cocina. La primera fue un ensayo general de éxito razonable; veremos cómo ha quedado esta de hoy. (Uno va conquistando, ya ven, pequeñas parcelas de saber y bien estar; eso es la vida.)
Les cuento, además, que el lunes me proporcionaron la primera temporada, en DVD, de El ala oeste. Como voy con cierto retraso en los episodios que voy grabando a diario (mi ausencia gijonesa ha desequilibrado mucho mi ritmo televisual), y como tengo, también, a medio visionar el pack de la cuarta temporada de Urgencias, no sé qué será de mí... (Por no hablar de que ya está en el mercado la segunda temporada de Los Picapiedra, entre otras joyas...)
Escucho (y leo) comentarios sobre Los 4 Fantásticos. A favor y en contra. Entusiastas y virulentos. (En el mejor de los casos, la ponen por encima de Daredevil... un listón, a mi juicio, excesivamente cercano al suelo...) Yo, qué quieren, no la veré en las salas. Como saben, hace mucho tiempo que no voy al cine, me he perdido grandes películas. Y confío no perderme algunas de las que aguardo con ilusión: las dos de Tim Burton, por ejemplo. Esto de los cuatro F, me da bastante igual no verlo hasta dentro de unos meses, en DVD. (O no verlo nunca, para qué engañarnos: no tengo ni el más mínimo rastro de curiosidad.) Es la de Batman y cada día que pasa me apetece menos...
Quizá esta noche avance un poquito más en mi retrospectiva gijonesa, si les parece...