martes, 5 de julio de 2005

una película

Ah, sí, es martes. Ya ven.

Por la mañana, de compras. (Viandas, sí... cosas sabrosas y tal. Vacaciones: uno puede permitirse algún capricho culinario. Pero no se asusten: cosas de todos los días, nada de delicatessen...)

Y en la sobremesa, el placer de una buena película.



No, en el cine no pude verla, al final. (Ya les he dicho alguna vez: al cine no voy ya, apenas...) Ah, pero el DVD, ese invento maravilloso... Pues eso, que he estado viéndola esta tarde. Disfrutándola.

Sé que hubo opiniones encontradas, sé que, después de Amélie, mucha gente esperaba al señor Jeunet con los cuchillos bien afilados. Y sé que hay quien se ensañó.

A mí, qué quieren, me ha gustado mucho. Poque sí. Por todo. Por un guión resuelto con inteligencia y un argumento conmovedor. Y por la fuerza visual de un director que es un creador, que no puede evitar inventar en cada secuencia, en cada plano. Que le pierde, sí, un cierto preciosismo. Que le delatan, sí, sus orígenes en Metal Hurlant. Pero es todo tan apabullante, tan plástico, tan preciso y tan barroco...


Eso, que esta tarde he visto una excelente película.