Eso, que ya estoy de vuelta.
Fue breve, ya les dije.
Anoche, en medio del campo, mirar el cielo fue increíble. Se me olvida siempre cuántas estrellas pueden verse lejos de Madriz...
Pero esta ciudad tiene algo, ¿saben? No lo sé explicar, pero en el autocar, de vuelta, miraba hoy las calles, los edificios iluminados por un sol ya casi pegado al horizonte, esa luz otoñal, oro y sombra... Y hasta la maquinaria de las omnipresentes obras me parecía hermosa. No sé estar lejos...
Por lo demás, qué decirles: del libro, que casi he leído en un cincuenta por ciento, me queda muy, pero muy clara, una cosa; y es que Miller está encantado de conocerse.
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La semana promete ser rara.
Tengo, además, algunas cosas por hacer...
Y me rondan en la cabeza algunos proyectos para el mes próximo. Todo se andará: igual hasta les cuento, en unos días, por dónde van a ir mis tiros inmediatos...