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De vuelta a casa, cuatro goterones; ya saben, esa lluvia que no acaba de serlo, ese aire que empuja el calor hacia el interior de las casas, donde se acurruca, se oculta, se torna espeso y casi se lo oye respirar despacio, a la espera de la noche. En el cielo, un espectáculo de nubes coloreadas en la mejor tradición Maxfield Parrish: melocotón sedoso. (De ahí la imagen de aquí al lado...)
El día fue bien; charla edificante, un puñado de tebeos (ya les contaré en cuanto que tenga un ratito para escanear), algunas copas. Restaurante nuevo, que tampoco nos dura mucho: en un par de días cierra, también, por vacaciones.
En casa, un telediario y un episodio de Urgencias.
(¿De qué se ha hablado? De tantas cosas... Por ejemplo, de editores, ya ven... De clásicos, también: ¿qué va a pasar, por fin, con el Prince Valiant que prometía Planeta? De cine...)