Hoy ha habido suerte y he salido del trabajo más pronto de lo previsible. (Diez minutos antes, no vayan a creer...) El paseíto hasta Atocha ha sido agradable, gracias a que la temperatura se ha mantenido hoy en los límites de lo civilizado; el cielo estaba gris caramelo y antes de entrar en el metro ha habido tiempo de tomar una caña en Candy. Una caña rápida (esos diez minutos... quizá alguno más) en buena compañía, un par de sonrisas, una andanada de buenos recuerdos...
En casa, los dos episodios finales de la tercera temporada de El Ala Oeste. (Brillantes... y eso que hay, claro, un par de momentos políticamente... irritantes; para mí, quiero decir; desde mi visión del mundo. Pero, en cualquier caso, brillantes, insisto.)
El día acaba bien, ya ven.