La sorpresa de la mañana: El Garaje Hermético de El País. En el precioso blanco y negro original. (Reproduce, imagino, la edición que en tiempos leímos en Eurocomic... Tendría que levantarme y comprobarlo página por página, pero ando liado, tengo que salir... y me puede la pereza.)
No se puede hojear sin detenerse casi en cada plancha. Es hipnótico.
Leerlo en su momento fue una experiencia efervescente. Recuperarlo ahora viene a confirmar que hay obras atemporales que se recrean a sí mismas con cada nueva lectura, obras clave que jamás pierden la frescura del descubrimiento.
No es una historieta fácil. No es una lectura cómoda. Es desconcertante, es a veces de una ingenuidad desesperante. Es una propuesta enloquecida, recrea la lógica del sueño con una precisión turbadora. Es un ejercicio de surrealismo y una declaración de principios (narrativos, temáticos, formales, incluso morales...). Es una celebración de lo accidental como proceso creativo.
Es un regalo.