domingo, 23 de julio de 2006
luto (pero menos)
Que murió, la semana pasada, Spillane, el creador de Mike Hammer. Leo su cronológica por ahí y me sorprenden un par de cosas: que empezara escribiendo comic-books y que haya publicado un par de libros infantiles.
Frank Morrison Spillane nació el 9 de marzo de 1918 en Brooklyn y escribió guiones para Funnies Inc. durante los años treinta. A la vuelta de la Guerra Mundial decidió que le llamaba más la narrativa y publicó, en 1947, su primer gran éxito, que definiría su manera de escribir y casi se convertiría en un mojón de la cultura popular norteamericana; para bien y para mal: I, the jury, novela de la que la crítica dijo que era "espectacularmente mala". Pero Spillane no escribió nunca para la crítica, y en sus declaraciones le gustaba dejarlo clarito: él escribía para el público. (También dijo en algún momento que él no tenía lectores, sino compradores...)
En 1951 se hizo Testigo de Jehová, y durante esa década su producción fue breve, amén de perder gran parte de su contenido violento y sicalíptico.
Además de una larga lista de novelas y adaptaciones fílmicas, probablemente será recordado siempre por su creación más conocida: el detective Mike Hammer. Entre sus obras, merece la pena destacar, por lo inesperado de su tono e intención, The day the sea rolled back (1979) y The ship that never was (1982), dos títulos infantiles de los que en su momento se habló muy bien.
Imagino que Frank Miller, mientras perpetra ese Batman en lucha con Al Kaeda con que nos amenazó hace meses, estará desolado por la pérdida: no en vano Spillane parece ser la única referencia literaria de la que hace gala. A mí, qué quieren, nunca me interesó su obra, si bien reconozco su trascendencia a la hora de definir determinados subgéneros y alimentar posteriores relecturas, casi siempre más interesantes que el modelo. Es más: debo admitir que me ha sorprendido que estuviera vivo aún...
Descanse en paz.
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1 comentario:
Pues claro que sí, descanse en paz, que todo cultivador del género negro merecerá siempre mi aprecio, por más discutible que pueda ser, a todos los niveles, su legado.
Un saludo.
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