Temprano esta mañana ya se hacía cuesta arriba cruzar a la acera de sol.
Tomates, perejil, cerveza, un par de pechugas de pollo en filetes. El periódico y una baguette, hoy, que el suministro de pan se está inestabilizando en mi panadería de costumbre y voy a tener que buscarme otra. (Pan tierno, crujiente, calentito... Uno de esos placeres, ya saben; de los de no contar a nadie.)
En el diario (como en los noticiarios, imagino: hoy y mañana, inevitablemente), mucho Papa, muchos obispos vociferantes (aunque lo hagan con voz calma). Buen momento, pues, para esas películas que ayer les contaba. Y para alguna otra...
O para la lectura: casi he terminado el de Irene Gracia, y me apetece picotear aquí o allá, algún relato corto, algún artículo, un par de cositas antes de ponerme con otro en serio.
Los cactus, en la ventana de la cocina, han salido adelante tras el trasplante de hace unas semanas. Se los ve verdes y con ganas de tirar para arriba. (Esta noche, un poquito de agua, que el fin de semana está siendo de castigo.)
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