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Buen cine.

Ayer, Historias de Filadelfia: George Cukor. Una obra maestra.

Hoy, Dos hombres y un destino: George Roy Hill. Confieso que no recordaba todo lo que ocurre después de la escena del desfiladero, cuando saltan al río como dos suicidas insensatos. No recordaba nada de la parte boliviana, en fin. (Ni recordaba el dabadabadá de Bacharach. Es decir, lo de la bicicleta sí, claro, pero no lo demás.) Una excelente película, agradablemente crepuscular, elegante, con un punto de descreimiento muy de agradecer.

El fin de semana hay varias opciones. Tener y no tener y El sueño eterno, ambas de Howard Hawks, tienen todas las papeletas. De cuando las películas sorprendían por su inteligencia, de cuando se te metían debajo de la piel a fuerza de elegancia, de potencia visual, de diálogos de hierro, de pura poesía.